¡Tu niño es igualito a ti! Para la mayoría de nosotros, en especial para los hombres, es motivo de orgullo que nuestros se parezcan a nosotros físicamente, eso demuestra que nuestros genes han predominado y confirma a la sociedad que son nuestros, por si las dudas, pero ¿Qué tan importante es que se parezcan a nosotros en los valores morales? ¿Sería de orgullo para ti que tus hijos se parezcan a ti como tú eres por dentro?
Generalmente, los hijos son, tanto en lo físico como en lo moral, un reflejo de sus padres. Ellos serán a largo plazo lo que nosotros les enseñemos a ser y aprenderán a conducirse por la vida según lo que vean en nosotros. Nosotros podemos ser sus héroes, su ejemplo a seguir, pero también podemos ser su vergüenza.
Pablo dijo en 1 Corintios 11:1 Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo. Y en Filipenses 4:8-9 dijo: Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mi, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.
Pablo tuvo muchos hijos espirituales y entendió que vivir una vida de integridad a Dios y enseñarles a vivir de esa forma, es el legado más valioso que le podemos dejar a nuestros hijos. Recordemos siempre que ellos van un paso detrás de nosotros, y que nuestras pisadas les servirán de modelo para transitar por el camino que les toca vivir. SI PISAS SOBRE LA ROCA, CRISTO, ELLOS SIEMPRE ESTARÁN SEGUROS.
Oración: Señor, yo quiero ser como tu, para que él quieran ser como yo. En el nombre de Jesús, amén.
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