Hace años que
conozco esta canción. La escuche por primera vez en un matutino y la cantaba un
viejo y muy querido amigo llamado Ony.
El con su melodiosa voz y acompañado siempre de su guitara, nos hacía elevarnos
al cielo en una adoración profunda al Señor. Sus letras están plasmadas en el Salmos 63, escrito por el rey David mientras
se encontraba en el desierto de Judá. El alma de David estaba llena de
agradecimiento a Dios por Sus misericordias en los momentos más difíciles de su
vida.
Sabes, no todos
los desiertos son físicos. Hay etapas por las que atravesamos en nuestras
vidas que pareciera que estamos atravesando un desierto real. Es ese tiempo
donde hay escases, donde nada nos sacia, donde todo parece estar perdido. Es
ese tiempo donde nada nos causa placer y donde lo que más deseamos es echarnos
al abandono y que suceda lo que tiene que suceder. Es ese tiempo donde nada
tiene importancia para nosotros. Pero deseo que sepas que aun en medio de
ese tiempo, hay Un Dios que
espera por ti, un Dios que desea restaurarte, abrazarte, que desea
saciar tu alma sedienta y hacerte volver a la vida.
Si estas
atravesando por ese tiempo de sequedad, te invito a que en este día saques un momento y le digas al Señor:
Temprano yo te buscaré mi Dios, mi alma tiene sed
de ti y mi carne te anhela, para ver tu gloria y tu poder. Oh Dios, tu has sido
mi socorro y en la sombra de Tus alas yo me regocijaré, y estoy seguro que aun en
medio de mi desierto Tu diestra es la que me sostiene.
Dios te bendiga y
te guarde hoy y siempre y RECUERDA QUE SI BUSCAS
A DIOS LE HALLARÁS.
Anibal e
Iverka Burgos
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