lunes, 6 de junio de 2011

SIEMPRE FIELES




June Gregg, una mujer que acaba de cumplir 100 años, llegó a los extremos de la lealtad de un cliente: sigue usando una cuenta de ahorros que es casi tan vieja como ella. La cuenta fue abierta por su padre en el 1913 cuando ella apenas tenía menos de un año y medio de edad. La noticia, que fue declarada por una amiga de Gregg al banco, la cual dejó sorprendido al gerente actual, quien con asombro comprobó la veracidad de los datos, afirmando que a pesar de que el banco Savings Bank había sido adquirido por el Huntington National Bank, Gregg había sido leal a esa institución durante toda su vida.



La lealtad de Daniel a Dios fue puesta a prueba en muchas ocasiones. En el capítulo 6 del libro de Daniel leemos como algunos hombres buscando ocasión para acusarlo, incitaron al rey Dario a emitir un decreto que fuera en contra a la adoración y rendición a cualquiera que no fue el mismo rey, sin embargo, por encima de todas las consecuencias que ese decreto acarreaba, Daniel continuó dando adoración a Dios tres veces al día, con las ventanas de su cámara abierta como siempre lo hacía (Daniel 6:10), y fue su lealtad a Dios la que en momentos difíciles le dio la victoria.



¿Cómo está tu lealtad hacia Dios en estos momentos? Dios anhela hombres y mujeres que a pesar de las situaciones de la vida, a pesar de las ofertas que podamos tener, a pesar de los temores que nos puedan invadir, sean leales y fieles a Él. Tu y yo podemos a partir de hoy sentar precedentes para que otros a nuestro alrededor puedan estar seguros que nuestra lealtad a Dios es la clave para disfrutar Sus bondades y de Su fidelidad.



Daniel 6:20-22: Cuando el rey llegó allí, gritó con angustia: ¡Daniel, siervo del Dios viviente! ¿Pudo tu Dios, A QUIEN SIRVES TAN FIELMENTE, rescatarte de los leones? Y Daniel contestó: ¡Qué viva el rey! Mi Dios envió a su ángel para cerrarles la boca a los leones, a fin de que no me hicieran daño.



Oración: Señor, gracias por Tu fidelidad y por tu amor hacía nosotros. Enséñanos y ayúdanos a corresponderte siempre. En el nombre de Jesús, amén.



Anibal e Iverka Burgos

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