viernes, 28 de marzo de 2014

NO SE TRATA DE MI



Ser cristiano es algo bien serio. Cuando decides seguir a Cristo, ya no se trata de tu vida, sino que se trata de la vida de Cristo en ti. Tus planes, tus deseos, tus prioridades, tu forma de hablar, de ser y hasta tu carácter deben de ser SUSTITUIDOS por los de Jesús. Y en relación con eso hoy quiero formular una pregunta y es la siguiente: ¿Cómo sabes que realmente estas avanzando en este nuevo estilo de vida? ¿Cómo sabes si es Cristo quien dirige tu vida?
 
La vida misma se encarga de llevarte al campo donde realmente tendrás que demostrar si eres o no de los que viven a la manera de Cristo, y son justamente en esos episodios que sacaran a la luz
cuál es tu verdadera identidad. Anoche para mí fue uno de esos momentos. La vida me sitió en el mismo lugar, con la misma situación y con los mismos personajes que en una ocasión no me habían favorecido, sólo que ahora era yo quien tenía el salten agarrado por el mango como diríamos en un lenguaje llano. ¿Qué hago? me dije rápidamente ¿Les pago con la misma moneda, o actúo como si nada hubiese sucedido antes? En otras palabras, ¿Actúo como Iverka o como Jesús? Ven, a eso es que me refiero cuando hablo de que no vivimos nosotros sino que Cristo es quien vive en nosotros. Rápidamente (porque no había mucho tiempo para analizarlo) me decidí...
 
Aunque en ese momento parecía que ellos ganaron, aunque lucia como que fui una tonta y alguien que se deja gobernar o manejar al antojo de los demás,
realmente, eso eran sólo apariencias. Anoche supe que soy mejor cristiana que ayer, anoche comprendí cuanto ha trabajado Dios en mi carácter, anoche, una vez más comprendí un principio en el cual quiero, he intentó vivir todos los días de los que me resta de vida: El que se HUMILLA, siempre, siempre, siempre, SERÁ EXALTADO. (LUCAS 14:11: Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.)

Gracias Dios por hacernos más que vencedores en Ti. Bendiciones a todos!!!
Anibal e Iverka Burgos

lunes, 24 de marzo de 2014

CUIDA LO ETERNO



Aquellos jóvenes estaban felices. Su padre les había regalado una camioneta para ir a la escuela. Como era del año 1965, estaba un poco deteriorada por fuera y por dentro. Al probarla, notaron que la velocidad máxima era de unos 40km por hora debido a lo viejo que estaba el motor. Lo que desconocía eran que su padre había hecho eso con una sola intención, guardar la vida de sus hijos.
 
Ellos, un poco decepcionados con su regalo, se quejaron con su padre, solicitándole que les arreglara el vehículo, quien con una sonrisa en sus labios les respondió: arréglenlo ustedes, sabiendo que eso se convertiría en una misión imposible por su falta de recursos económicos. Ellos por su parte, pusieron manos a la obra a los arreglos del vehículo, pero sus recursos sólo le permitieron hacer algunos arreglos externos, ya que los internos implicaban grandes inversiones de dinero. Aunque el vehículo mejoró su apariencia exterior, su interior seguía siendo el mismo.

No así ocurre con nosotros. La Biblia nos dice en 2 Corintios 4:16: Por eso, no nos damos por vencidos. Es cierto que nuestro cuerpo se envejece y se debilita, pero dentro de nosotros nuestro espíritu se renueva y fortalece cada día (PDT). Por más años que nos pasen, por más situaciones que vivamos, por más accidentes que tengamos, los que podrían de una manera u otra afectar nuestras vidas, podemos estar seguros que aunque nuestro hombre exterior se vea desgastado, cuando vamos al taller del Maestro nuestro hombre interior SERÁ RENOVADO. No te ofusques ni te enfoques demasiado en tu apariencia externa, porque aunque es importante, no es vital. Dedica tiempo para darle mantenimiento a lo que está dentro de ti, porque al final es lo único que preservarás en la vida.

Un carro con una hermosa carrocería pero con un motor fundido sólo sirve para exhibición, pero si sus partes internas funcionan, no importa como luzca por fuera, siempre te llevará a donde quieras llegar. Tu cuerpo solo será por un tiempo, pero si puedes preservar y cuidar tu alma, ella te llevará a la eternidad
Anibal e Iverka Burgos