martes, 8 de mayo de 2018

NO SOMOS DISTINTOS

Hoy, mientras recogía la ropa del tendedero, noté a unos caballeros que trabajaban en la obra a unos metros de mi casa. También observé una dama que al igual que yo, se desempeñaba en los quehaceres de un hogar. Y me pregunté: Cuando esos hombres nos observan a ambas, dado que ningún tenemos uniformes de domésticas que nos identifiquen, ¿sabrán si somos o no las domésticas o somos las propietarias de las casas? Creo que a juzgar por las apariencias nos catalogarían a ambas por igual, y lo más seguro es que afirmarán que somos las domesticas, porque no hay nada que nos distinga. En ese momento no estamos maquilladas, no vestimos ropa elegante, no usamos tacones, somos simples mujeres desempeñándonos en una labor, usando la ropa que esta amerita. Y pensando en ello, me convencí de que muchas veces nos agrupamos en clases sociales, niveles intelectuales, sectores económicos y un sin número de categorías, que nosotros los hombres hemos creado para diferenciarnos, y en muchos casos, lamentablemente hemos atropellado, discriminado y lastimado a otros con nuestras acepciones.

Y es que sabemos que Dios no hace acepción de personas, para El todos somos iguales. Frente a SU GRANDEZA nadie es rico ni pobre, alto ni bajo, grande o pequeño. Frente a Él no somos domésticas o dueñas, empleados o jefes, generales o rasos. Para EL NO SOMOS DISTINTOS sino que simplemente somos SUS HIJOS, a quienes no nos cataloga por nuestras apariencias o pertenencias, sino más bien POR LO QUE HAY EN NUESTRO CORAZÓN. (Gal. 2:6 / 1 Samuel 16:7)

Dios te bendiga hoy y siempre
Anibal e Iverka Burgos

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