Cuando me ejercito, me gusta escuchar música para hacerlo más divertido. Tengo de todo tipo, tanto movida para algunas ocasiones y suave para cuando me siento en esa onda, pero por lo general toda música cristiana. Ella no solo me proporciona diversión, sino que motiva a mi cuerpo impregnándole energía y a mi alma a exaltar a Dios. Ese tiempo lo aprovecho no es solo para mantener en forma mi cuerpo sino también mi alma.
Una joven con quien corrí en una ocasión, me convenció de grabar alguna música que aunque no es cristiana, tiene un ritmo movido y contagioso. El viernes pasado decidí que iba a escucharla para hacer algo diferente a lo acostumbrado y al hacerlo, me sentí literalmente como un pez fuera del agua. Esa música solo sonaba en mis oídos, pero no sintonizaba con mi corazón, con lo que yo soy.
La biblia dice en Isaías 43:1 Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú.
Pertenecerle a Dios no es solo decir que El es nuestro dueño, sino también sentir que lo es. Hace 16 años decidí que le pertenecería a Dios y el viernes pasado me sentí aún más segura de ello. Al cambiar de música volví a ser yo misma, con esa simple acción comprobé que todo lo que soy le pertenece a Dios. No fue la música lo que marcó la diferencia, fueron las letras que estaban en ellas. Mi cuerpo se movía, pero mi alma continuaba en silencio.
Dios no solo quiere que estés consciente de que El es tu creador, también quiere que lo estés de que El es tu UNICO DUEÑO. Recuerda siempre que TU LE PERTENECES al REY.
Oración: Señor, hoy rindo mi vida y mi voluntad a ti. Declaro que eres mi Dios. Soy tu hijo, tuyo soy Señor. En el nombre de Jesús, amén.
Anibal e Iverka Burgos
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