Un día, mientras caminaba fui
atacada por un perro. Como de costumbre, había
tomado una ramita para espantar a los perros que se me acercaran, pero esta vez
la rama no fue suficiente para defenderme. Al perro no le valieron mis amenazas
e iba ferozmente a morderme, cuando de pronto le grite a un caballero que
pasaba en un motor justo en aquel momento: "AYÚDEME POR FAVOR" y el retornó y me
ayudó logrando así rescatarme. A partir de ese día salgo armada hasta los
tobillos (piedras y un tubo pbc), pero aun así, esa calle se ha convertido en
un territorio prohibido para mí, por las amenazas de aquel animal.
Sabes, algo semejante que sucede en el
plano espiritual. Nuestro adversario ha sitiado (cercado) un territorio
prohibido para nosotros. Lugares tanto físicos como espirituales, que nos
pertenecen o que podemos conquistar, a los cuales no nos atrevemos a penetrar
por temor a ser devorados, atacados o amenazados. Personas a las cuales no nos
dirigimos o sentimientos reprimidos por temor a ser rechazados, sin saber que
bendición hay detrás de ello. Y me pregunto: ¿de cuántas cosas nos hemos
perdido o hemos dejado de disfrutar por miedo a entrar a ese territorio? ¿De
cuantas más nos vamos a perder?
La Biblia dice que ningún
arma forjada contra nosotros va a prosperar (Is.54:17) y agrega en otro
versículo que nuestras armas no son carnales, sino poderosas en Dios
para la destrucción de fortalezas (2Cor.10:4). Por tanto, determinemos
marcar el territorio de lo nuestro, territorio donde nuestro
enemigo no pueda penetrar por más que lo intente. De hecho, él es quien está ocupando un lugar que no le pertenece. Por tanto te animo a que hagas un cerco
de protección alrededor de tu familia, tu hogar, tu vida, tu negocio,
tus finanzas, de todo lo que te pertenece y determines pelear por ello.
Recuerda, no es con armas carnales, sino con las armas que vienen de Dios, esas son poderosas. Tu enemigo tiene que saber que ERES
TERRITORIO PROHIBIDO para él y no olvides Clamar a DIOS por AYUDA, porque de seguro EL VENDRÁ A TU
RESCATE.
(Pero en aquel día venidero, ningún arma que te ataque triunfará.
Silenciarás cuanta voz
se levante para acusarte.
Estos beneficios los disfrutan
los siervos del Señor; yo seré quien los reivindique. ¡Yo, el Señor, he hablado!. Isaias 54:17)
Dios te bendiga y que tengas un
excelente día
Anibal e
Iverka Burgos
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