Hace días estoy pensando en si publico o no esta
reflexión, porque a decir verdad a todos nos gusta realzar nuestras virtudes
pero a pocos exponen sus defectos. Haz
oído decir: ¿Se le metió la mala fe? Bueno, quizás algunos no lo entiendan
y para ellos lo definiré brevemente. Expresión que significa que hemos actuado con intenciones malas o equivocadas.
Días atrás, estando en un tapón (congestionamiento
vehicular), había cedido el paso a algunos vehículos antes de llegar al
semáforo (lo que me hizo sentir una
buena ciudadana), pero ya aproximándome a la esquina donde debía doblar
y que me libraría de aquel tormentoso tapón, le negué el paso a un vehículo a
mi lado que parecía estar muy apurado por ponerse en mi carril. Y después de
lograr bloquearlo y forzarlo a seguir por el otro carril, me sentí como una
ganadora. Pero Dios no tardó para avergonzarme por aquella
horrible acción que adopté, la cual humanamente se justificaba porque yo
también tenía prisa, pero que deja mucho que decir de alguien que está llamado a ser ejemplo para otros en
mi posición de cristiana.
El semáforo cambió, pero un Amet (Agente), unos
cuantos carros frente a mí, detuvo a un conductor, lo que hizo que mi fila se
demorara hasta esperar otro cambio de luz, mientras que la fila del lado, donde
estaba mi insistente compañero avanzara a cruzar el semáforo. En aquel justo
momento, solo recordé el refrán popular que cita: “No hay
mal que por bien no venga” y eso fue exactamente
lo que le ocurrió a ese conductor y no a mí.
Para mí, fue una dura lección. Lección que me ayudó a reconocer que: El Señor no nos ha
llamado a ser
intransigentes, sino más bien a ser cordiales, a obrar de
buena fe, a ser amables y a hacer
el bien a todo el que podamos (Fil. 4:8). Él va a recompensar cada acción que hagamos, mala o buena. Él nos juzgará de acuerdo a nuestras acciones. Es muy probable
que Dios me sitúe en el mismo escenario una nueva vez, y procuraré que cuando
esto suceda mis acciones hablen mejor de mí. Procuraré tener muy presente
que MIENTRAS MEJOR ACTÚE, MÁS ME
PARECERÉ A JESÚS.
Dios te bendiga y te guarde hoy y siempre.
Anibal e
Iverka Burgos