En los últimos años se están formando instituciones privadas cuya finalidad es lograr, con la ayuda de las comunidades, recaudar fondos monetarios para la contribuir con personas que padecen diferentes tipos de enfermedades. Cada uno de nosotros, los que participamos de una u otra manera, al igual que los directivos de esas instituciones, nos sentimos orgullosos de ser parte de estas iniciativas. Hoy por hoy, muchas personas han logrado una mejor calidad de vida por el esfuerzo de muchos, y parte de ellos en señal de agradecimiento por una oportunidad más de vida, hoy ponen todo su esfuerzo para que igualmente otros puedan ser beneficiados también.
Hace mucho tiempo atrás un mal corrompía y aniquilaba a toda la humanidad y el intento de muchos fue en vano para lograrlo, hasta que Dios en su inmensa misericordia envió a Jesús su único hijo a morir por nosotros. Su sangre derramada en la cruz fue y aun es el antídoto para ese terrible mal. Yo soy parte de los millones y millones de transfundidos por esa sangre y hoy quiero poner mi mayor esfuerzo para que aquellos que padecen de esa terrible enfermedad puedan ser sanados también.
Romanos 14:7-8 dice: Porque ninguno de nosotros vive para si mismo, ni tampoco muere para sí. Si vivimos para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos. Mi vida y todos mis recursos le pertenecen a Dios y hoy más que nunca estoy dispuesta a ponerlos a favor de aquellos que aún no viven para El. Si eres parte del cuerpo de Cristo ¿estarías dispuesto a unirte a esta causa?
Oración: Señor, gracias porque por tu sangre soy Salva y sana. En el nombre de Jesús, amén.
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