¿Se ha sentido impotente o frustrado en su intento por
consolar a alguien? Creo que sí. Muchas veces nuestras palabras, palmaditas en
la espalda o fuertes abrazos no han sido lo suficientemente efectivos como para
aliviar el dolor por el que está pasando alguien. A veces no encontramos que
hacer para que ese amigo, hermano, hijo o familiar se sienta bien y eso nos causa impotencia.
En 2 Corintios 1:3-4: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de misericordias y Dios de toda
consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la
consolación con que nosotros somos consolados por Dios.
TODA
CONSOLACION viene de Dios. Él es el
experto en hacer calmar POR COMPLETO el sufrimiento, el dolor o la desesperación
que nos embarga. Sin embargo dice que nosotros podemos ser consoladores para otros así como hemos sido consolados. Por
tal razón, recuerda que aunque tus abrazos, tus palmaditas o tus demostraciones
de afecto no te indiquen nada a simple vista, continúa, porque Dios mismo es quien está
consolando.
MIENTRAS NOSOTROS ACTUAMOS, DIOS ESTA OBRANDO
Oración: Dios ayudamos a ser instrumentos útiles en Tus Manos. En el
nombre de Jesús, amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario