¿Alguna vez has ido a un lugar
donde no has sido bien atendido? Quizás no te pasa igual que a mí, pero ya sea cuando
voy una tienda, supermercado, banco, o cualquier lugar donde se supone debe
existir una buena atención al cliente y
por cualquier razón no la recibo, siento ganas de hacerle saber de alguna
manera al dependiente mi descontento. Hoy fue un día como esos, donde no solo
le hice saber a una joven su manera descortés de tratarme sino que casi la
reporto mediante una hoja de comentarios.
En ocasiones, soy una persona
impulsiva, y reconozco que mis impulsos muchas veces me traicionan. Reaccionar por
impulsos, podría colocarnos en situaciones muy difíciles y hasta vergonzosas.
Hoy, pude provocar que
alguien perdiera su trabajo sin antes darle la más mínima
oportunidad de cambiar y sin ni siquiera considerar
que su manera de comportarse pudo quizás ser debido a algún problema personal.
Doy gracias primero a Dios que
no lo hice y luego a mi esposo,
que fue el instrumento que El uso para detenerme y, aunque bajo protestas,
hacerme recapacitar.
Lamentaciones 3:22
cita lo siguiente: Por
la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca
decayeron sus misericordias. Y ahora me pregunto ¿Qué tal si Dios me tratara de la
misma manera que pretendía tratar a esa joven? Dios nos ha extendido SUS MISERICORDIAS por muchos años y continuará haciéndolo
por el resto de nuestras vidas, entonces ¿Por
qué no imitarlo a Él? Hoy, definitivamente aprendí una gran lección.
USEMOS LA
MISERICORDIA CON OTROS,
EN LA
MISMA MEDIDA QUE LA RECIBIMOS DE DIOS.
Oración:
Señor, ayúdanos a ser como Tú, y a dar por gracia lo
que por gracia hemos recibido de Ti. En el nombre de Jesús, amén.
Anibal e Iverka Burgos
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